Haz de luz

La lámpara se enciende aún si el tiempo
enrieda sus hilachas en tullidos relojes.
Duermes cuando yo escribo, escribes mientras duermo,
tu ventana está a oscuras
cuando la mía desfallece, sorda
entre los altavoces confusos del verano.
Las luces no descienden, las palabras
apenas condescienden
a derramar el verbo sobre el cuerpo
así el soplo te anima
y el ánima se encarna.
El otro. El otro. El otro,
la espalda endurecida del sí mismo,
el espejo, el reflejo.
Uno más, otros tantos,
la otra que es amante y el amante, si es él
la no amada, el no amado,
aquellos que estuvieron rozándose en su sitio,
y la suma continua que supera los mil.
Tantas manos aporrean con furia el mismo piano
que la música acopla cada copla
y sin embargo,
te entiendes y me entiendes si te extiendes
porque a la luz me ves, vemos clarísima
la lámpara de Psique que contempla
el rostro amado de Eros
e intuye un corazón común a todos,
donde la nota única
repica y se repite
combinada.
Sagrado corazón,
tu pecho desgarrado hacia lo abierto
sagrada tu caricia
sobre el dulce cerrojo
que hará líquido el mío, a contraluz.
Mana sangre en la imagen:
los ojos son la trampa y el pasaje
un capricho de dioses, este bello momento
esta gloria pequeña que se arropa en los días
a partir de la cuna,
la semilla granate donde principia esto:
¿ser pato de la boda, o pavo de la fiesta?
No, no quisiera guardarte, no deseo
que alcances la distancia de una idea
no entiendo de razones,
la escena siempre muda es incansable
se desdobla y repite de un siglo en otro siglo.

Llegado este momento, en el teatro
diría una partiquina
"la cena está servida",
pasemos sin demoras a la sala contigua.

1 comentario:

Vero dijo...

Me gusta la alusión al teatro. Es un poema para leer en voz alta, o cantarlo.