Simetría

Esa lengua de arena es como un friso
que describe nuestro paso por el tiempo,
envilecida antorcha ha sido el beso
fogata aislada y débil
que humillaron las sombras majestuosas,
tan alta era la noche
tan fuerte su secreto de pergamino oscuro.
Nadie lo sabe, es cierto, nadie sabe
¿quién de todos nosotros
podría señalar
con un leproso índice arrogante
la astilla imprevisible que resiste
humedades, mareas?
La luna sigue allí (y aquí nosotros)
con métalico brillo lidera sus ejércitos
callados, implacables, minuciosos
su previsión oculta ha de ser el mañana.
No te dejas guiar, nunca te dejas. Yo no persigo nada,
sólo ilusas certezas que otras pobres razones velarían.
Vacilamos, pendientes
-qué poca fe, qué urgencia de un deseo-.
Del lado izquierdo de tu camisa, mojado y rojo
el corazón que ignoras
como quien cubre el sol con una mano, resistiendo la luz.
A mi cerrado ventanal no llega el día.
Así nos encontramos:
cuando el vaso rajado perdía, gota a gota, un agua escurridiza.

Cada mitad trasluce su vacío.

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